Mi país, sus mares y mi pazPor Dr. Eliscer Guzmán
Santo Domingo -RD. En la tranquilidad reconfortante que da la soledad, me siento acompañado por el vaivén de las palmeras que en compás perfecto con las olas bailan la melodía casi imperceptible, de las brisas creadas por el azul del mar en una playa Puertoplateña.
Las olas blancas, competían con unas bandadas de palomas que en carrera juguetona perseguían el primer lugar en las inmensas, y hermosas playas de la perla del norte. En conjunto, el paisaje creado motivaba al disfrute indescriptible de la vista y del espíritu.
El sonido de una carcajada infantil al ser perseguido por las aguas del mar sumado al ruido emitido por una canción de las de ahora me despertó de la éctasis de una naturaleza que nos lo regala todo sin pedirnos nada en retorno.
El ruego y la insistencia de una naturaleza, que de manera testaruda nos suplica que nos envolvamos en su magia y belleza incomprendida, para que por lo menos sospechemos de la presencia de un sumo creador que nos mima, y nos quiere. Nosotros, ignorantes irreverentes continuamos buscando sin lograrlo, satisfacción y felicidad en las cosas que se compran y se exhiben.
Y es que nos he muy difícil de entender que al final con lo material, y lo fácil solo inventamos un espejismo de experiencias efímeras y vacías que en vez de satisfacciones remunerantes, y refrescantes solo nos producen frustraciones y a veces hasta sentimientos de aislamiento y depresión.
Reconquistemos nuestro espíritu, acerquémonos a la naturaleza y jamás olvidemos el tesoro al descubierto que nos brinda nuestro bello país.
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